Puede ser difícil de creer, pero realmente no hay mucho tiempo para escribir mucho durante la carrera, y por la noche hay mucho por hacer. Dormir temprano es casi imposible.
Volviendo al día 3, partimos de lo que parecía un gran lugar para llegar directamente a Accous (TP2) y comenzamos el ascenso. Tomamos un camino más pequeño que terminó siendo una mezcla de barro y caca de vaca, convirtiéndose en caca de caballo y cabra entre la hierba alta y mojada. Al mismo tiempo, las nubes se acumulaban en múltiples altitudes cubriendo completamente nuestra cumbre.
Después de una larga travesía y sin tener perspectiva de despegue, iniciamos un fuerte descenso hasta la base de la nube, donde fue posible despegar. Desafortunadamente, me quedé corto con respecto al TP por solo unos pocos metros. El vuelo marcado por los pájaros no fue suficiente. Al no tener otras opciones, tuve que aterrizar en unos arbustos que escondían algunas rocas.
Era hora de caminar hasta el TP y luego despegar, y finalmente, el cielo se despejó y aparecieron hermosos cúmulos. Sin embargo, volar desde Accous está lejos de ser obvio. Desde el sur está bloqueado por espacios aéreos, la base de las nubes era baja y el valle era extremadamente ventoso. En otras palabras, no había aterrizajes. Cuando me encontré a sotavento, decidí no arriesgarme más y aterricé en un última gran zona, sin cables.
Ahora comienzan los verdaderos Pirineos: los caminos marcados se desvanecen, bloqueados por arbustos y alambre de púas. ¡Me costó 40 minutos volver a la carretera!
Después de una larga caminata, está claro que me faltaban 20 minutos para volar todavía por el valle. La previsión para el día 4 es clara: vientos fuertes, de 40 km/h o más. Una vez más, vemos que los de delante ganan mucho terreno a partir de lo que comenzó como una pequeña diferencia.
Durante mi primer despegue, se me cayó mi barómetro, avancé algunos metros sin él y tuve que aterrizar en la parte superior para recuperarlo. Un barómetro perdido menos y dormiríamos a 30 km más. Lo gracioso es que nunca antes se me había caído el barómetro